domingo, 13 de febrero de 2011

EMBARAZO

 Cernuda y Lorca se hallaban desparramados en orgiástica postura sobre la mesa, junto a las obras completas de Machado; Alberti y Neruda habían caído al suelo hacía tiempo, y la afanosa mano del estudioso nunca alcanzó a recogerlos; Juan Ramón Jiménez reposaba sobre una balda de ladrillos junto a Rilke, tal vez por azar o por evidente analogía; y en otras localizaciones Mallarmé corría parejo a Celan aunque los separase un siglo de por medio; y también Nicanor Parra, y Huidobro, y la Pizarnik; y Virgilio, y Dante, y los griegos… Conformaban todos ellos una nube tardía de algazara. Mi madre reposaba la cabeza en sus cubiertas, y podía oír el rumor de los versos como un río crecido que la salpicara. Mientras, yo crecía dentro de ella, despacio, y podía oír también las voces de los poetas hablándome en sus diferentes lenguas…

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