miércoles, 24 de agosto de 2011

COSAS QUE HE PENSADO

Algunas cosas que he pensado mientras me palpaba el afta del paladar con la lengua:

1) Si se bebe (alcohol) durante doce horas seguidas, aunque una trate de engañarse creyendo que "una cañita más" no va a perjudicarle a una, si se ingieren pequeñas cantidades cada vez pero de manera prolongada en un tiempo largo de, digamos, doce horas, el efecto es más contundente que si se bebiera la misma cantidad durante una hora, pongamos... Me ha recordado a mi dentista, que me dice que el secreto de lavarse bien los dientes consiste en la perseverancia, y no en la fuerza con la que se haga. Hoy he pasado consulta con una resaca estomacal que me ha hecho angustiarme pensando que bueno, que "una cañita" no podía ser la causante de mi ardor infernal, y lo he atribuido a una úlcera gástrica imaginaria, pero entonces he recordado el tema ese de la "caña" infinita y bueno, me he tranquilizado y he pensado que a lo mejor no había úlcera, sino resaca, y me he tranquilizado aunque me temblaran las manos como a un alucinado de elefantes rosas con el hígado a punto de estallar...

2) Es increíble el poder que otorgamos a ciertas cosas... He estado no menos de veinte minutos en la puerta de casa, con mi ardor de estómago infernal, mi hipoglucemia secundaria y el sueño espeso de manta de invierno, veinte minutos, digo, porque una mantis religiosa gigante, la misma que me ha saludado por la mañana, estaba custodiando la entrada. La puerta se abre hacia adentro, por lo que la idea de abrir la puerta e introducirme corriendo en el portal me resultaba de una intrepidez supina y de la que yo, en mi lamentable estado, carecía (carezco). La idea, como digo, de introducirme corriendito en el portal, casi rozando su cabeza móvil con mis pantorrillas e interrumpiendo su tenebrosa danza, dándole así motivos al césped ese para abalanzarse sobre mi tenue cuerpecillo con las fauces abiertas, la mera idea me resultaba insoportable. He tratado de espantarla con un folleto de propaganda de Media Mark, pero la caña de bambú no se inmutaba, solo levantaba sus patas traseras a modo de desafío y movía las dos delanteras más ganchudas como relamiéndose por un festín que se sabe inminente. El trozo de hoja no se despegaba de la puerta, por lo que he llamado por teléfono a varias personas que se hallaban a varios kilómetros de mí de distancia, como si su mera conversación pudiera hacer que el gigante desapareciera. Pero nada, ahí proseguían la furia y mi impaciencia. Finalmente, hice bajar a un motorista que pasaba por allí y de un manotazo apartó a la pajita flúor de mí... El gigante no ha mostrado resistencia y entonces se ha desinflado y se ha hecho pequeñito, del tamaño de un saltamontes, pongamos...

3) Desearía, cómo lo desearía, tener una esposa esperándome en el hogar con la comida preparada... Y que luego, zas, se esfumara para volver a la hora de la cena y luego al desayuno del día siguiente. Hoy me espera sopa de sobre para comer...

4) No puedo evitar sentir en ocasiones, como hoy, por ejemplo, una gran y profunda tristeza de, por, hacia mí misma.

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