lunes, 21 de noviembre de 2011

LA TAPADERA

Negro lo es todo, como el cielo de este litoral que se empeñara en reflejar nuestras conciencias y no al revés. Hará ya unas semanas que llovía y los días se acababan pronto, qué rabia la brevedad de los días y ese abrir los ojos para captar la luz del todo insuficiente. No sé si debido a los años transcurridos, los míos, pero desde hace meses el otoño se ha extendido como una manta que me tapa y me abrasaba en el verano con su calor inapropiado, y me enfriará en los inviernos con su escaso abrigo que aún no concibo. No sé si los años ya pasados me acercan más y más a la negrura, la negrura antes entendida como un fin, ahora entendida como un todo, y negrura ahora, ahora más que nunca. Soy un insecto atrapado en un bote de tapadera gris, y a la vez me tranquiliza ese saberme amparada por un fin que es estático y que da menos miedo, porque la negrura se quedará ahí,  cubriéndome como una manta, un abrigo, un tapiz.
Ya nunca rompe a llover, ya no, antes sí. Y el cielo está quieto y las nubes quietas y los ojos tremebundos se me diluyen. Pero me detengo y sé que no necesito más amparo que el de mi tapadera gris, asfixiante, tranquilizadora.

2 comentarios:

  1. Me pregunto, miedo? a que? A algo que puedas evitar y de lo que valga la pena tener miedo?

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  2. No, supongo que es un miedo de tipo irracional, que se suele llamar así a todo lo que no podemos explicar...

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