martes, 20 de septiembre de 2011

EL CEÑO

La verdad es que sí, era de labios fruncidos. No había sido consciente hasta que se lo dijera una tarde J. mirando fotos antiguas. El exclamaba: pero qué preciosa estás en estas fotos… Lo que a ella incomodaba bastante porque sabía que no era cierto, que aquellas fotos no rebosaban erotismo ninguno… Tal vez el erotismo era una pose, y como tal, forzada. Tal vez el erotismo era aprendido, pero ella sabía que sí existía una belleza universal de la que siempre había carecido. Por eso, cuando miraba las fotos antiguas, con aquellas cejas gruesas como maderos, aquel pelo que nunca se ajustó al marco de su cara, aquella barbilla salida que invalidaba la posibilidad de que todos los rasgos faciales permanecieran en el mismo plano… Cuando miraba aquella mirada de la adolescencia, penetrante para así equilibrar la ausencia de un atractivo mayor, una mirada que, por la miopía, viraba del verde desvaído al azul, oculto el color por las cejas velludas… Nunca le agradó su cara.
Se había arrancado algunos pelitos de las cejas con las pinzas antes de ir a la peluquería, como siempre, al azar. No encontraba ninguna línea anatómica que la guiara en su proceder. Así, las cejas quedaban despeinadas, desiguales como dos gatos hechos un ovillo. La peluquera la invitó a retocarlas y se excedió en su empeño. Ahora dos leves líneas quedaban de todas esas guedejas oscuras.

4 comentarios:

  1. La belleza se reserva para los "buenos ojos"

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  2. 'La belleza son los ojos saltones de la sapa cuando los contempla el sapo'

    Voltaire

    (y estoy de acuerdo)

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  3. ¿Voltaire dijo eso? Bueno, si lo dice Lansky será verdad...

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