martes, 19 de julio de 2011

DULCE INFANCIA

Tengo los párpados inferiores hinchados como orugas desangrándose en el palo con que las pinchara el niño porculero de turno, como el que ahora mismo pincha y rechincha mi paz aquí en el trabajo... Gritos  pertinaces, agudos, chirriantes como puertas de goznes hipersensibles... Niños que se inventan las palabras porque no pueden mover sus lengüecitas más rápido que un cachorro de gato que aprende a lamerse las patitas delanteras. Entonces el niño porculero de turno, como el que ahora mismo grita en la sala de espera de acústica desesperante que multiplica en demasiados decibelios cualquier llanto desconsolado, el niño porculero grita porque total una mano gigante y amenazadora se cierne sobre sus ojos nuevos que aprenden lo nuevo con vete a saber tú que sospechosas intenciones...

Ojalá, y digo ojalá, pudiera yo gritar de pronto así cada vez que me sale algo mal o cada vez que no estoy de acuerdo con el proceder de los magnates de la ciencia (oséase, mi puto jefe), me tiraría al suelo y patalearía hasta caer rendido, y luego parlotearía un idioma nuevo para insultar a la gente que detesto sin que me entendieran con mi lengüecita, que no es nueva (pues muchas superficies y rincones y abreviaturas ha surcado como marinero las aguas del mundo) trastearía mi lengua entre los dientes malsanos palabrería malsonante que me inventaría como el puto niño de la sala de espera que no para de gritar "Amíiiiiiii, amíiiiiiiiii" en un intento de aunar las dos únicas cosas que conoce su cerebro casi inexistente y por supuesto, subdesarrollado: mami y a mí. Mi madre y yo. La que me parió y yo mismo, yo yoyoyoyoyoyoyoyo....


Por dios, mi instinto asesino (todos tenemos uno y el que diga que no, miente, por supuesto, banalidades del post pero tengo que ejercitar mi maltrecho dedo, a saber dónde lo habré metido...) mi instinto asesino está aflorando con cada llanto del crío ese. Le liberaría de los brazos del orco cualquiera que será su médico pero tiene que aprender que la vida es dura y está llena de obligaciones, y que algo es una obligación no cuando se lo impone uno mismo, sino cuando te lo imponen desde fuera. Haz. Ve. No. Coge. Corre. Piensa. Di. Habla.

Malditas cuerdas vocales tiernecitas como lombrices o como tripas de cordero lechal las que habitan su garganta, pues los sonidos que ésta emite me enfurecen por lo agudos, se introducen hasta lo más profundo, yo, que últimamente necesito el silencio y la paz, que algún tipo de autismo siempre me caracterizó y algún Gilles-de-la Tourette también, cagüendios...

Ahora otro dulce infante dice holaaaaaaa como si a mí me importara algo su existencia, y le contestan que-sí que-vale-que-hola-que-te-calles.

Me llega un paciente al que revisar justo justito cuando iba a tomarme un café...

Hostias.

1 comentario:

  1. hum...... Veo familia numerosa en el futuro quizás? Creo que deberían prohibirse la entrada a niños en los hospitales (a no ser que estén enfermos) y algunos padres también...

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