martes, 20 de septiembre de 2011

EL CEÑO

La verdad es que sí, era de labios fruncidos. No había sido consciente hasta que se lo dijera una tarde J. mirando fotos antiguas. El exclamaba: pero qué preciosa estás en estas fotos… Lo que a ella incomodaba bastante porque sabía que no era cierto, que aquellas fotos no rebosaban erotismo ninguno… Tal vez el erotismo era una pose, y como tal, forzada. Tal vez el erotismo era aprendido, pero ella sabía que sí existía una belleza universal de la que siempre había carecido. Por eso, cuando miraba las fotos antiguas, con aquellas cejas gruesas como maderos, aquel pelo que nunca se ajustó al marco de su cara, aquella barbilla salida que invalidaba la posibilidad de que todos los rasgos faciales permanecieran en el mismo plano… Cuando miraba aquella mirada de la adolescencia, penetrante para así equilibrar la ausencia de un atractivo mayor, una mirada que, por la miopía, viraba del verde desvaído al azul, oculto el color por las cejas velludas… Nunca le agradó su cara.
Se había arrancado algunos pelitos de las cejas con las pinzas antes de ir a la peluquería, como siempre, al azar. No encontraba ninguna línea anatómica que la guiara en su proceder. Así, las cejas quedaban despeinadas, desiguales como dos gatos hechos un ovillo. La peluquera la invitó a retocarlas y se excedió en su empeño. Ahora dos leves líneas quedaban de todas esas guedejas oscuras.

martes, 13 de septiembre de 2011

TENGO TENGO TENGO, TÚ NO TIENES NADA...

Tengo: alergia otoñal, al inicio del otoño, al veranillo de San Martín, al final del verano, al cambio estacional o de temperatura. Todas las mañanas sorbiéndome los mocos como un colegial y empapando los pañuelos de cuatro capas marca Hacendado.
Tengo: incontinencia urinaria, con urgencia miccional y tenesmo, que no sé qué se me hizo en los fastuosos encuentros de antaño con la uretra diminuta de fémina que tiende a la colonización bacteriana, rápida y pronta.
Tengo: dolor de estómago a punta de dedo que empeora después de cada ingesta, como rezaba el código semiológico para las gastritis.
Tengo: tanto y tanto vocabulario aprendido e innecesario de la jerga médica que ya no utilizaré nunca más.
Tengo: miedo y picazón ante la incertidumbre del más allá, del más acullá, de mañana, de pasado mañana y al otro, de dentro de un mes, de seis meses o un año. Y el aburrimiento de no saber reutilizar el ocio. No saber, no. No saber.